Hace unos años, en un momento familiar difícil, acudí a Formemos, mi hija es apoyada por la fundación, allá conté lo que pasaba, los momentos de violencia en mi hogar y de cómo se sentía, y dentro de esta conversación salió la idea de vender algo y ser emprendedora, de inmediato acudí donde un amigo panadero y el me enseño como hacer mis galletas, una familiar me regalo un dinero y compre un horno de segunda que es más para pizza pero igual lo ajuste para mis galletas. Mi hija contó este sueño en Formemos y sin esperarlo dijo que su sueño era verme a mi feliz con mis galletas y creo que por eso ustedes están aquí- .Se le iluminaron los ojos, supongo que sonrío, no lo vi por el accesorio de modas de la actualidad, el tapabocas.
Nos enseñó como las hacía, se levantó a las 4:00 am para darnos una muestra fresca para nosotros, también nos enseño el horno, nos mostró el aviso que utilizaba y algunos temas del precio y la presentación, lo que para algunos sería una galleta, para ella y para nosotros era un estilo de vida, una oportunidad, un gesto de agradecimiento, un claro ejemplo de como una tempestad en la vida nos puede edificar como personas y nos saca lo mejor de nosotros mismos, con recursos emocionales con los que podemos llevar una vida mejor, nos comentó:
-Mi sueño es poder vivir de mis galletas y tener una vida mejor para mi hija y para mi-
La visita se terminó, en el camino para Bogotá pensábamos en la enseñanza de esta mujer y su hija, pensamos en dar el dinero para que logrará continuar con sus planes, pero entre ideas reflexionamos en que dar dinero no es lo mismo a gestionar y apoyar en realidad, nosotros teníamos el conocimiento en ACELERAR SU ÉXITO, en nuestra red contamos con profesionales con el talento de vender hasta una bodega, por qué no dar este conocimiento de ser expertos y gestionar una manera distinta la forma de ayudar a los demás, enseñar a hacer es mucho más poderoso, porque el conocimiento no se acaba como el dinero y es el único intangible que se puede monetizar.
Una semana después de la primera visita, luego de pensar, planear, revisar nuestro presupuesto y las donaciones de más de 300 personas, logramos lo que para muchos es un imposible, convertimos un aporte mínimo individual, en un valor con 6 ceros a la derecha, demostrando una vez más que juntos somos más fuertes, consolidamos un emprendimiento autosostenible, enseñamos los principales elementos de una compañía, Gestión Humana, entregamos una marca consolidada, le entregamos herramientas para constituir y hacer realidad los sueños de esta familia, donamos además un horno semi industrial en acero inoxidable, una batidora industrial con todos sus accesorios y materia prima para hacer más de 2000 galletas, me gustaría tener más palabras para describir lo que sentí, pero creo que me quedo con la palabra mas acorde de esta historia: Gratitud.
Está historia no termina aquí, está familia ahora se unió a la Red Gratitud y seguiremos de la mano apoyando esta idea que ahora es una realidad. ¿Y tú, cuantas galletas quieres?