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Historias de Gratitud – Marcela Morales

A veces olvidamos agradecer por las cosas simples de la vida. Recuerda que el solo hecho de abrir los ojos cada mañana es un acto para agradecer.

Eduardo es un señor de aproximados 45 años, contador de una prestigiosa universidad de Bogotá. Tiene una hermosa familia de 3 hijos, dos de los cuales se dedican a jugar futbol. Hace cerca de un año, por coincidencias de la vida, al hijo del medio de 15 años, le fueron encontradas unas masas cancerígenas en su cuello.

Cuando esta noticia llegó a su vida sintió que un pedacito de su corazón estaba muriendo, aunque tenía claro que este era solo el comienzo.

Con el pasar de los días empezaron los dolorosos tratamientos, el joven dejó de asistir por un tiempo al colegio e incluso tuvo que dejar la pasión de su vida de lado, el fútbol. Para el niño el mundo se le había venido encima y para su padre también, aunque él era la viva imagen de amor y positivismo para sostener emocionalmente a su familia.

Hoy en día está en sus últimas quimioterapias y Eduardo se encuentra tan agradecido con Dios, con la vida y con su valiente hijo que apenas escuchó de la noble causa de la Red de la Gratitud no dudó en llevarse unas cuantas manillas para su casa.

A veces olvidamos agradecer por las cosas simples de la vida. Recuerda que el solo hecho de abrir los ojos cada mañana es un acto para agradecer.

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